La lucha entre el apego y el rechazo
enferma el corazón.
Cuando el movimiento cesa, regresa la calma,
y de la calma surge de nuevo el movimiento.
Al rechazar el ser, se pierde el ser,
al apegarse a la vacuidad se niega la vacuidad.
Es inútil querer alcanzar la verdad,
basta con disolver la ignorancia.
Cuando todas las existencias son observadas con ecuanimidad,
ellas mismas retornan a su naturaleza original.
Cuando la mente se unifica consigo misma,
toda actividad cesa.
El sabio mora en el no pensamiento,
ya que ni el conocimiento, ni los sentimientos humanos
pueden sondear esta verdad.
En la Realidad tal y como es
no hay ni yo ni otro.
En la no-dualidad todo es lo mismo,
no hay nada que no esté incluido en ella.
Todos los sabios del mundo
viven de acuerdo a esta verdad ancestral.
Ser es no ser.
No ser es ser.
Siendo esto así,
no hay nada a lo que aferrarse.
Uno es todo.
Todo es uno.
Siendo esto así,
¿por qué preocuparse por lo que es ilimitado?
Una vez aquí, las palabras cesan
y el tiempo desaparece.
Extracto del libro Canto al Corazón de la Confianza. Xin Xin Ming. Tercer Patriarca Zen.
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